Papel de Lukashenka en la escalada entre Rusia y el Occidente

Ambos escenarios extremos en el desarrollo de las relaciones entre Rusia y Occidente — guerra o tregua política — son inconvenientes para las actuales autoridades belarusas. En el primer caso, habría que hacer concesiones arriesgadas y, probablemente, autodestructivas al Kremlin, y en el segundo caso, resultaría difícil interesarle con su ostentoso antioccidentalismo, ​escribe​ el analista político Artyom Shraibman para carnegie.ru. Publicamos sus argumentos en forma resumida.

Del 10 al 20 de febrero, cerca de la frontera belaruso-ucraniana, se llevarán a cabo las maniobras a gran escala «Resolución Aliada», para las cuales Rusia ha estado enviando tropas desde el Lejano Oriente desde mediados de enero. En lo que está sucediendo, a Aliaksandr Lukashenka se le asignó el papel no solo de un extra, sino de un presunto iniciador de las maniobras. Fue el primero en anunciar las próximas maniobras no programadas a principios de diciembre. Y luego, en cada oportunidad, enfatizaba que él mismo había invitado a los militares rusos, porque era necesario entrenar para cubrir el flanco sur, porque Ucrania se estaba convirtiendo en una fuente de amenazas.

Incluso antes de que comenzaran, las maniobras demostraron vívidamente el nuevo papel regional de Minsk y su contraste con los sueños sobre la Suiza de Europa del Este, de los que habían estado hablando las autoridades belarusas hace un par de años. Al mismo tiempo, el propio Lukashenka no ha cambiado y le incomoda que ya no se le perciba como dueño de su país. Washington, al comprender este rasgo del carácter de Lukashenka, se burla de él y afirma a través de un funcionario anónimo del Departamento de Estado que el dictador belaruso, aparentemente, ya no tiene el control de la situación. Paralelamente, Estados Unidos amenaza a Minsk con nuevas sanciones por coautoría en una posible agresión rusa contra Ucrania.

Evaluar la probabilidad de una guerra real en la región es una tarea ingrata. Por su propia iniciativa, seguro que Lukashenka no enviará tropas belarusas para participar en el conflicto. Pero incluso si sucede, es casi seguro que el ejército belaruso no participará directamente en las batallas. Por su propia iniciativa, seguro que Lukashenka no enviará tropas belarusas para participar en el conflicto. La participación en una guerra, especialmente con Ucrania, será difícil de explicar incluso a la gran parte de sus allegados, y aún más al resto de belarusos. Lukashenka hoy ya está demasiado lejos de la cima de su legitimidad para arriesgar su principal activo político: la tranquilidad de un votante leal.

Pero la zona gris de un conflicto controlado es ideal para vender su lealtad retórica a Moscú sin pérdidas graves. Por lo tanto, si la discusión entre Rusia y los Estados Unidos se resuelve sin guerra, pero también sin paz, mediante un tipo de parloteo diplomático acerca de las diferencias, Lukashenka puede incluso beneficiarse de ello.

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